Lean Engineering. Desperdicio #3: el «Artista»

El ingeniero "artista" es un desperdicio que no se puede permitir ningún departamento técnico: conlleva exceso de celo, exceso de tiempo y exceso de desperdicio

Resumen

Hablo aquí sobre los desperdicios que se producen en los departamentos técnicos debido a la creatividad excesiva de los ingenieros. Algunos ingenieros tienden a ser demasiado creativos y buscan la perfección, añadiendo un valor extra no solicitado, lo que se traduce en pérdidas de tiempo, aumento del riesgo de cometer errores y pérdida de valor recuperado por la empresa ya que dan algo que no se cobra.

Otras situaciones en las que se produce desperdicio debido a la creatividad exagerada de los ingenieros, como la elaboración de planos con excesiva información o la selección de componentes comerciales que no están en la lista del cliente. Para evitar estos desperdicios, recomiendo tener procesos estandarizados, utilizar la comunicación y la automatización, y tener en cuenta las especificaciones y necesidades del cliente.


Introducción

Otras entradas en esta serie:

Sigo con la serie que empecé sobre los desperdicios que se producen en los departamentos técnicos. Uno que me parece, además, especialmente peligroso y que hace referencia a la creatividad excesiva de los ingenieros. El ingeniero «artista».

¿A quién lo le ha pasado algo así o ha estado en alguna de las siguientes situaciones?:

  1. Ingenieros demasiado creativos que buscan la perfección, que dan más de lo que el cliente quiere, que añaden un valor extra no solicitado. Esto se traduce en pérdidas de tiempo, aumento del riesgo de cometer errores y pérdida de valor recuperado por la empresa ya que damos algo que no cobramos.
  2. Planos con excesiva información, muy detallados con elementos que no son indispensables para fabricar o para comprar o para montar. Todo por hacerlo más bonito y según los gustos del delineante o ingeniero que los realiza. De nuevo estamos ante un desperdicio porque a partir de un determinado nivel de detalle, ya no se aporta valor sino pérdida de tiempo.
  3. Excesiva documentación técnica: muy similar al punto anterior, hace referencia al desarrollo de manuales innecesarios, de informes técnicos que no añaden valor al producto aunque quizás, alguno de ellos, se ha solicitado por alguna tercera parte como podrían ser organismos notificados.
  4. Comenzar proyectos o tareas antes de tener toda la información correspondiente de parte del cliente. En ocasiones por ahorrar tiempo se empieza el proyecto de los que no se dispone toda la información, por querer ocupar vuestro tiempo podemos incurrir en un desperdicio enorme si después tenemos que trabajar de nuevo en ciertas tareas.
  5. Dar soluciones a los problemas que se nos presentan basándose en preferencias propias, el histórico de proyectos o en la experiencia de cada uno, en lugar de usar la estandarización propia del departamento. Puede que en ocasiones acertemos pero estamos en riesgo de desperdiciar nuestro tiempo si después tenemos que hacer de nuevo estas tareas. Además, existe el riesgo de que cada producto diseñado por cada ingeniero se haya realizado de forma diferente lo cual complicará, sin duda alguna, el trabajo en su fabricación puesto que los operarios verán que sea desarrollado una solución diferente para problemas similares.
  6. Trabajar mecánicamente sin tener la visión global del proyecto. El ingeniero tiene que ser capaz de saber las repercusiones que tiene cada una de sus actividades y atreverse a levantar la mano cuando esté convencido de que completar una tarea puede poner en peligro el proyecto o desviarlo de sus objetivos.
  7. Selección de componentes comerciales que no están en la lista del cliente. Esto suele ser habitual entre el ingeniero artista, que o no le gusta o no le parece adecuado ciertos componentes que el cliente ha decidido utilizar en su maquinaria o en su estructura. Antes de hacer un cambio de esta envergadura se debe validar con el cliente o el director de proyectos este cambio.

Aquí no estoy diciendo que un ingeniero no tenga que ser creativo, que los planos no tengan que tener detalles, que no se realice la documentación técnica exhaustivamente, que no usemos nuestra experiencia para dar soluciones; lo que estoy tratando de decir es que todo esto se realice en relación al proyecto, a sus especificaciones y a las necesidades del cliente; así como a los procedimientos internos de desarrollo de proyectos que tenga nuestra empresa.

Todo lo que nos salgamos de aquí, probablemente sea superfluo, el cliente no esté por la labor de pagar más por este añadido que se haga, y desde luego, es una fuente de desperdicios enorme porque aumenta el tiempo, y por lo tanto el coste del proyecto, y la probabilidad de cometer errores; todo ello hará que perdamos dinero con el ingeniero creativo, perdón, excesivamente creativo.

Soluciones para evitar este tipo de desperdicios

No voy a decir nada nuevo si comentó que esto se evitaría teniendo en cuenta los tres pilares del Lean Engineering. Podéis repasar estos 3 valores en los enlaces siguientes: parametrización, estandarización y automatización.

Si tenemos estandarizado los procesos y los métodos de trabajo en nuestro departamento, no tendremos que recurrir a inventivas arriesgadas ya que cada ingeniero trabaje con su propio método.

No olvidemos que las decisiones en el departamento suelen tener una repercusión enorme en el resto de la empresa: si cada ingeniero artista decide cómo fabricar un componente provocaremos quien fabricación no puedan estandarizar soluciones semejantes para componentes semejantes, lo cual aumenta el desperdicio de esta forma de trabajar y diseñar.

La comunicación también es una herramienta importantísima para evitar la mayoría de estos desperdicios: si el ingeniero conoce bien el proyecto porque la dirección facultativa así lo ha transmitido será más difícil caer en el error de trabajar mecánicamente sin prever las consecuencias.

O si el ingeniero es consciente y se le informa debidamente de que el cliente ha decidido utilizar una serie de componentes comerciales por ciertas razones concretas, probablemente no utilice su inventiva para buscar soluciones alternativas que no satisfacen al cliente final. Otra cosa muy diferente es que el proyectista se dé cuenta de que cierto componente no es idóneo para nuestra solución, en tal caso deberá hacerlo saber al jefe de proyectos y a su cliente para buscar una solución mejor: ahí sí que da valor un ingeniero y mucho.

Insisto, la comunicación evita muchos de estos problemas como por ejemplo el comenzar un proyecto sin toda la información detallada o al menos la necesaria para empezar el trabajo. Muchas veces por no querer por no querer perder tiempo, perdemos mucho más: yo creo que es mejor esperar a tener toda la información necesaria y ese tiempo dedicarlo a otros proyectos u otras tareas que sepamos que son aprovechadas por la empresa, por ejemplo, formación interna, edición de artículos para el blog de la web de la empresa o búsqueda de nuevas soluciones.

En otro artículo ya comenté la problemática que te puede traer el basar nuevos proyectos en tu histórico de proyectos: el principal es que hayas perdido la trazabilidad e las innovaciones del producto y que escojas un proyecto anterior a la implantación de dichas mejoras: seguro que en fabricación no les gustará volver a encontrarse con los errores del pasado. Por ello, siempre es mejor iniciar un proyecto desde el maestro parametrizado.

Conclusión

Si quieres que te ayude con los ingenieros artista, házmelo saber, que algo sé del tema y alguna vez hemos superado esta problemática.

No estoy en contra de los artistas ni de los ingenieros, pero cuidado con los ingenieros «artistas».


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Este artículo ha sido escrito por David Sánchez Mateo, experto en Ascensores y Configuradores, propietario y fundador de Ingeniería SAMAT. Ingeniero Industrial Mecánico por la Universidad de Zaragoza (Centro Politécnico Superior, actual EINA), Máster en Gestión de la Innovación y Prevención de Riesgos Laborales.

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